miércoles, 14 de octubre de 2015

ZEN
El zen - Dhyana en sánscrito - remonta a la experiencia de Buda Shakyamuni, quien realizó el despertar en la postura de zazen en el siglo VI DC. Esa experiencia se transmitió sin interrupción de maestro a discípulo, formando así la línea zen.
ZAZEN ES EL SECRETO DEL ZEN
¿Qué es el zazen?
Es la meditación sentada en la postura tradicional del loto, practicada por el ser humano desde la prehistoria. Zazen no es una teoría, ni una idea, ni un conocimiento que se puede percibir con el cerebro. Es unicamente una práctica que cambia nuestro propio espíritu de manera radical. Significa fundirse con el universo entero. El maestro Taisen Deshimaru, discípulo y sucesor del gran maestro Kodo Sawaki, trajo la práctica de ese zazen a Europa, plantando así la semilla original en una tierra nueva.
Zazen y Budismo
El Budismo mismo es un fruto del zazen. La leyenda dice que antes del Buda Shakyamuni ya había siete Budas, el Budismo se refiere entonces a un tiempo anterior a él mismo.En efecto, la postura de zazen remonta a los tiempos antiguos, como atestiguan numerosos vestigios arqueológicos (consulte zen y prehistoria), ella es un tesoro fundamental de la humanidad. El Budismo histórico nació a partir del zazen del Buda hace 2500 años y se transmitió de maestros a discípulos desde ese tiempo, a través del mundo, sin interrupción.
ZEN Y OCCIDENTE
Hoy en día el zen existe en occidente, aunque se puede constatar que todavía no ha sido realmente apropiado por esta cultura. Seguimos viéndolo como algo exótico y un poco folclorístico,creemos que es solamente una imagen con estilo japonés o chino. Pero ¿qué hay de la integración a nuestra cultura e incluso a la nueva cultura mundial? ¿Cuáles serán los frutos que surgirán de esto?

 

DEFINICIÓN DEZEN

Zen es una escuela budista que surgió en India y se desarrolló en China con el nombre de chán. Se trata de una corriente muy
popular en el mundo occidental, aunque el concepto incluye un abanico bastante amplio de prácticas y doctrinas.
El zen se basa en la búsqueda de la iluminación a través de técnicas que evitan los esquemas conceptuales. Originalmente, el budismo confiaba en una progresión de los distintos estados de meditación como camino a la elevación. Para el zen, existe un acceso directo y espontáneo al estado superior que precede al nirvana, sin la necesidad de experimentar los estados previos.
La escuela zen se centra en la meditación para lograr el despertar espiritual, diferenciándose de otras escuelas que dedican mucho tiempo al estudio de textos. Con su expansión a otras partes del mundo, el zen adquirió diversas influencias y sumó numerosas técnicas. Uno de los principales cambios se produjo con su auge en Japón.
En Occidente cada vez son más las personas que han optado de manera contundente por practicar el zen ya que han considerado que es la mejor herramienta que tienen al alcance de la mano para poder encontrar la paz, la relajación y la tranquilidad que necesitan en sus vidas.
Y es que dicha apuesta por el zen trae consigo un gran número de beneficios entre los que se encuentran los siguientes:
• Se consigue mejorar de manera notable lo que es la coordinación entre las neuronas que tenemos en el cerebro.
• Es un instrumento muy útil para todas aquellas personas que tienen enfermedades y dolores crónicos pues ejerce como mecanismo coadyuvante.
• Logra mejorar el estado de ánimo.
• Tiene la ventaja de que consigue que cualquier persona pueda mejorar de manera contundente lo que es su capacidad de concentración.
• Permite que desconectemos por completo de nuestra vida y nos situemos en otro plano. De esta manera, dejaremos a un lado el estrés y apostaremos por la paz y la serenidad.
Una de las prácticas zen más usuales es la postura en posición del loto para meditar. La persona debe adoptar esta posición, mantener la espalda erguida y entrecerrar los ojos, mientras deja fluir sus pensamientos sin aferrarse a ninguno de ellos.
Es importante no sólo conseguir la postura adecuada sino también otros elementos que contribuirán a lograr la mencionada paz. Este sería el caso, por ejemplo, de la respiración, que tiene que ser lenta, suave y profunda.
Tanto la posición como la respiración correcta son dos elementos que se irán consiguiendo plenamente con el paso del tiempo. Por eso, los expertos en zen tienen claro que la principal clave para lograr que esta disciplina alcance los objetivos marcados es practicar mucho.
Otro método de los maestros zen se conoce como koan. Los koans son diálogos que promueven la reflexión a partir de una pregunta que no tiene sentido aparente (por ejemplo: ¿qué sonido hace la palma de una sola mano cuando aplaude?) y que obliga la concentración del practicante.
El jardín zen o karesansui, por último, es un espacio que contiene arena, rocas y otros elementos que ayudan a la meditación.


“Con mi cuerpo, mi palabra y mi espíritu en perfecta unidad,
mi corazón acompaña el tañido de la campana.
Que quienes la oigan despierten de su olvido
y trasciendan toda angustia y todo pesar.”
Thith Nhat Hanh 
Los monjes budistas, en la quietud de sus templos, acostumbran a traspasar el umbral del sueño (despertar) por el tañido de una campana. Ese sonido conecta sus neuronas y pone en marcha todo su cuerpo y su mente. La característica de un despertar correcto es la unidad armónica del cuerpo (respiración) con la palabra (sentido de pertenencia a la humanidad) y con el espíritu (la mente). Eso se llama paz mental. Lo incorrecto y muy común es despertar con la mente trabajando en el pasado (lo que pasó ayer en esa reunión de trabajo o en la cena familiar) y en el futuro (lo que debemos hacer para solucionar el pasado). Lo común es despertar con ira y con el ego alterado (¡Cómo me pueden hacer eso a mí!). El que despierta debe hacerlo dejando atrás el sueño (¡Como quisiera seguir durmiendo!) y proyectándose más allá de sus angustias. El que despierta debe hacerlo con la mente del principiante: nueva, vacía, curiosa e interesada.
Si los monjes pueden ¿por qué tu no?
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“No creas en algo simplemente porque ha sido transmitido por muchas generaciones. No creas en nada simplemente porque ha sido dicho y rumoreado por muchos. No creas en nada simplemente porque esta escrito en las Sagradas Escrituras. No creas en nada meramente por la autoridad de maestros, mayores u hombres sabios. Cree solamente después de cuidadosa observación y análisis, cuando encuentres que concuerda con la razón y que conduce a lo bueno y al beneficio de uno y todos. Entonces acéptalo y vive según ello”.   Budha
Recuerdo una enseñanza de un maestro zen, transmitida en un retiro en centroamérica: un buen budista no cree ni en Budha siquiera. Si el señor Budha quiere que yo crea lo que dice, primero mi mente debe analizarlo y aceptarlo. Esa es la base del budismo en general, y del zen en particular: no creer en nada que la mente no haya tamizado primero.El sistema budista de filosofía y práctica meditativa no fue una revelación divina; fue el entendimiento de la verdadera naturaleza de la mente y tal entendimiento puede ser descubierto por cualquiera. Está al alcance de todos. Su método no es el poner cara de no-quiebro-un-huevo y juntar las manos en oración; su método es científico, riguroso. El zen es el estudio de la mente. El producto es adquirir la capacidad de adentrarse en la realidad y comprenderla tal cual es, de manera intuitiva; por eso gana espacios en los ambientes de negocios.
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Pocos son entre los hombres los que llegan a la otra orilla; 
la mayor parte corren de arriba abajo en estas playas. 
Buda
Cuesta echarse a nadar para cruzar el río de la conformidad. ¡Nos sentimos tan cómodos en nuestro círculo de confort! ¡Si hasta lo santificamos y le damos atributos de permanencia y eternidad! Como si lo que vivimos en el presente nunca fuera a cambiar. Pero cambiará, no te quepa duda. Trata, por lo tanto, de dejar de correr por la orilla y nada, cruza ese río, conquista tu inseguridad y con ello conquistarás tu libertad.
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“En verdad que vivimos felices si no odiamos a aquellos que nos odian, si entre hombres que nos odian habitamos libres de rencor”. Buda. Dhammapada.
Toda una lección de zen: si aprendemos a vivir sin juzgar, ni el odio ni el rencor ni la envidia formarán parte de nuestros pensamientos. No es un mandato de amor hacia los que odiamos o envidiamos, porque eso es una ingenuidad. Es un acto de autodefensa en pro de nuestra propia integridad mental y física. En la medida que no formamos opinión respecto a los demás, ganaremos serenidad y quietud y las causas de la infelicidad se diluirán como azúcar en el agua. No pienses en amar a tu enemigo; sólo piensa en amarte a ti mismo. Acéptalo con consciencia y no bajes la guardia, pero tu mente debe estar siempre quieta, serena, reactiva si es necesario. La paz nace de no juzgar y se hace entre enemigos.
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“Como una bella flor, llena de colorido pero sin perfume, así es estéril la palabra hermosa del que no actúa conforme a ello. Como una bella flor, llena de colorido y con perfume, así es fecunda la palabra hermosa del que actúa conforme a ella”. Dhammapada
La diferencia está en la consecuencia. La palabra sin la acción consecuente es estéril y vana. El mundo está lleno de flores sin perfumes; lo triste es que esa palabra bella tomó carta de ciudadanía y ya los pueblos ciegos la prefieren a la perfumada.
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“Sabios son aquellos que dominan el cuerpo, la palabra y la mente. Ellos son los verdaderos Maestros.” Dhammapada 17:14
Una persona sabia es aquella que trasciende para sí, no para los demás. Su sabiduría no la usa para impresionar sino para cultivarse; el resto de la gente es solamente su complemento. Él mismo es su propio jardín.
El sabio cuida de su cuerpo, no lo envenena, lo limpia y lo mima, porque sabe que es la plataforma de toda su existencia. El que sacrifica su cuerpo buscando mejorar su alma es un necio. ¿Cómo va a avanzar un carro si no cuidas sus ruedas ni su armazón? El sabio cuida su cuerpo practicando la respiración adecuada y alimentándose con lo que le trae beneficios.
El sabio cuida la palabra, en forma y contenido, porque sabe que es el puente que lo une al resto de su realidad. Sabe que si no cuida el puente no podrá cruzar hacia otros destinos y avanzar. El sabio cuida su palabra pensando antes de hablar. El sabio cuida su mente porque sabe que es a través de ella que crea su realidad. Una mente cuidada crea realidades positivas, funcionales; una descuidada sólo crea el caos. El sabio cuida su mente meditando, practicando la concentración.
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“El hombre que tiene miedo, busca refugio en los montes, en los bosques sagrados o en los templos. Sin embargo tales refugios no sirven, pues allí donde vaya, sus pasiones y sus sufrimientos lo acompañarán.” Dhammapada 14:10-11.
Es muy común hoy en día el esconder el miedo, la incertidumbre, el deseo de cambiar, de mejorar, tras las rejas del escapismo. Lo vemos desde las actitudes fanáticas hasta las irrelevantes como los viajes a tierras lejanas en la búsqueda de la paz espiritual, o a tierras cercanas en retiros que ofrecen transformaciones espectaculares. Eso no es negativo ni está mal en la medida de que se esté consciente del por qué se busca tal refugio. Lo mejor es hacer lo que uno desee con su tiempo y su dinero en la plena consciencia de su propio acto y responsabilidad.
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“El pasado ya ha pasado y el futuro aún no ha llegado. Sólo en el momento presente podemos disponer de nuestra vida. Dejemos atrás nuestros lamentos por el ayer; despojémonos de nuestra preocupación por el futuro y regresemos a nosotros mismos para acariciar el momento presente”. Thich Nhat Hanh.
No existe nada más que el presente. ¿Para qué insistes en traer de vuelta un pasado que ya pasó? Aunque creas que lo replicas, ahora es otro presente, no un pasado. Las personas se llaman igual pero son otras personas; nada es recuperable. También insistes en contaminar tu presente con un futuro que tampoco existe más que en tu imaginación. Tus planes son sólo eso, planes.


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