Apolonio de Tiana
Apolonio nace en Tiana (ciudad de la
Capadocia, actualmente llamada Kemerhisar, en Turquía, a 4 km al sudoeste de
Bor), en los primeros años de la era cristiana.2 Su familia descendía de los
fundadores de la ciudad. Desde temprana edad, destacó por su inteligencia, su
sorprendente memoria, su gusto y facilidad por el estudio y su gran belleza. Se
dic
e que fue un niño prodigio.
e que fue un niño prodigio.
A la edad de catorce años fue
llevado a estudiar con Eutidemo, profesor de retórica en Tarso, pero,
descontento con el estilo de vida de los habitantes del lugar, que consideraba
burlones e insolentes, pidió a su padre que lo dejase ir a Aegæ,3 pequeña
ciudad vecina donde había un templo dedicado al dios Esculapio.
A los 16 años abrazó la doctrina
pitagórica. Dejó de comer carne, argumentando que “vuelve espeso el espíritu y
lo hace impuro”. El único alimento puro, decía, es aquel que proviene de la
tierra: las frutas y verduras. Igualmente se abstuvo de tomar vino, pues
consideraba esta bebida contraria al equilibrio del espíritu, entorpeciendo la
parte superior del alma. Renunció a toda vestidura hecha de piel o pelo de
animal, vistiéndose de lino. Iba descalzo (con sandalias de corteza), se dejó
crecer el pelo y se fue a vivir al templo consagrado al dios Esculapio.
Tras la muerte de su padre y al
llegar a la mayoría de edad, Apolonio heredó una fortuna
considerable a la que
renunció, quedándose con lo estrictamente necesario para sus desplazamientos y
alimentación. Repartió los bienes entre su hermano (un joven entregado a una
vida disoluta) y algunos familiares, explicando que llevaría una vida de asceta
y por tanto nunca formaría un hogar.
Su género de vida y su lenguaje
sentencioso y oscuro hicieron tal impresión que no tardó en verse rodeado de
numerosos discípulos. Se dice que fue admirado por los brahmanes de la India,
los magos de Persia y los sacerdotes de Egipto. En Hierápolis, en Éfeso, en
Esmirna, en Atenas, en Corinto y en otras grandes poblaciones de Grecia,
Apolonio apareció como preceptor del género humano, visitando los templos,
corrigiendo las costumbres, por ejemplo los sacrificios de animales para los
dioses, y predicando la reforma de todos los abusos.
Quiso ser admitido en los misterios
de Eleusis, mas fue tratado como un mago y se le prohibió la entrada en ellos.
Este interdicto no le fue levantado sino cuando ya estaba en los últimos días de
su vida. En Roma, a donde según su expresión había ido para ver "qué
especie de animal era un tirano", condenó el uso de los baños públicos.
También se dice que hizo milagros. Al pasar delante de él el féretro de una
doncella de una familia consular, se acercó a ella, pronunció algunas palabras
místicas y la doncella se levantó y se fue caminando hacia la casa de sus
padres. Éstos le ofrecieron una crecida suma, pero él la aceptó sólo para
dársela como dote a la doncella. Un día, encontró una multitud que aterrada
miraba un eclipse de sol en medio de una fuerte tormenta. Apolonio miró al
cielo y dijo en tono profético: "Algo grande sucederá y no sucederá".
Tres días después cayó un rayo en el palacio de Nerón y derribó la copa que el
Emperador se llevaba a los labios. El pueblo creyó ver en aquel incidente el
cumplimiento de la profecía de Apolonio.
Vespasiano, que le había conocido en
Alejandría, le miraba como hombre divino y le pedía consejo. Habiendo cantado
un día Nerón en un teatro en los juegos públicos, Tigelino preguntó a Apolonio
qué pensaba del Emperador: "Le hago mucho más favor que tú, respondió el
filósofo; tú le crees digno de cantar; yo de callarse". El rey de
Babilonia le pedía un medio de reinar con tranquilidad. Apolonio se limitó a
contestarle: "Ten muchos amigos y pocos confidentes". Luego habiendo
sorprendido a un esclavo eunuco con la concubina de dicho rey, el príncipe
preguntó a Apolonio cómo castigaría al culpable. "Dejándole la
vida"", contestó el filósofo. Y como el rey se mostraba sorprendido,
añadió: "Si vive, su amor será el mayor de los suplicios".
En el reinado de Domiciano, Apolonio
fue acusado de magia, encerrado en un calabozo, después de haberle hecho cortar
el pelo y las barbas, y allí cargado de grillos y cadenas. Desterrado después
por el mismo Emperador, murió al poco tiempo, lo cual no fue obstáculo para que
a su muerte se le erigieran estatuas y se le hicieran honores divinos. Éfeso,
Rodas y la isla de Creta pretenden poseer su tumba, y Tiana, que le dedicó un
templo, obtuvo en memoria suya el título de ciudad sagrada, lo que le daba el
derecho de elegir magistrados.
A estos aspectos de su biografía hay
que añadir la singularidad de su muerte (al menos la consignada en Creta), en
un templo custodiado por fieros perros que no le atacaron, puertas del templo
que se abrieron solas ante él y un coro celestial que lo conminaba a subir, y
el hecho singular de que después de su muerte se apareció a un discípulo que
dudaba de la inmortalidad del alma. Todo ello según la Vida de Apolonio de
Tiana de Filóstrato.
Lampridio asegura que el emperador
Alejandro Severo tenía en su oratorio entre los retratos de Jesús, Abraham y
Orfeo, el de Apolonio; Vopisco, en su Vida de Aurelio, que hace de él grandes
elogios, dice que debe honrársele como ser superior.
Hasta el siglo V, la reputación de
Apolonio se mantuvo viva aun entre los cristianos. Prueba de ello es que León,
ministro del rey de los visigodos, invitó a Sidonio Apolinar, obispo de
Auvernia, a que le tradujera la vida del filósofo escrita por Filóstrato. El
obispo escogió el ejemplar más correcto y sobre él hizo su traducción que
remitió al ministro con una carta en que ensalza las virtudes del filósofo;
diciendo que para ser perfecto sólo le faltaba haber sido cristiano. Al parecer,
el descrédito otorgado a él fue causado por sus mismos discípulos que,
queriendo realzar el mérito de su maestro, le han presentado como un impostor
atribuyéndole milagros y profecías que le colocan a la altura de los
embaucadores vulgares. La vida que posteriormente escribió Filóstrato está
tomada de otra debida a uno de los compañeros de Apolonio, llamado Damis.
Jacques
Bergier, en su libro Les livres maudits (1971), dice esto:
El lector podría preguntarme de
dónde he sacado la idea de que obras pertenecientes a civilizaciones muy
antiguas se encuentren en la India. Esta idea no es nueva; fue introducida en
Occidente por un personaje tan fantástico como Apolonio de Tiana [...] Apolonio
de Tiana impresionó mucho a sus contemporáneos y a la posteridad. Se atribuyen
a Apolonio poderes sobrenaturales, que él mismo niega con la mayor energía. Es
indudable que viajó a la India. Murió a una edad muy avanzada, más de cien
años... Lo cierto es que Apolonio de Tiana afirmaba que existieron en su época,
o sea en el siglo I d. C., en la India, libros extraordinarios y muy antiguos
que contenían una sabiduría procedente de edades extinguidas, de un pasado muy
remoto. Al parecer, Apolonio de Tiana trajo de la India alguno de estos libros,
y conviene observar que, gracias a él, encontramos en la literatura hermética
pasajes enteros de los Upanishads y de la Bhagavad-guita. [...] Damis habla, en
lo que nos queda de sus notas, de reuniones secretas, de las que él era
excluido, entre Apolonio y los sabios hinduistas... También parece que estos
recibieron a Apolonio como un igual, que le instruyeron y que le enseñaron más
de lo que jamás habían enseñado a ningún occidental.
Apolonio escribió también una
biografía sobre Pitágoras, que se cree fue usada por Filóstrato para cualificarle
a Apolonio lo que este atribuyó al Samio; aunque de sus escritos auténticos el
único Apolonio de Tiana, el otro Jesús de Nazaret
Por
José Manuel García Bautista
Nació hacía el año 4 a.C., promulgó
un nuevo orden de paz, amor, de libertad. Le siguió innumerables personas,
teniendo sus propios discípulos. Se le atribuyeron milagros, curó a enfermos y
revivió a los muertos… Fue condenado y murió bajo el poder romano… ¿Le suena
esta historia? ¿Se trata de Jesús de Nazaret? Pues aunque sus vidas fueron análogas
no se trata de Jesús de Nazaret sino de Apolonio de Tiana, considerado un mago,
una persona que pasó al olvido por que la poderosa figura del rabí de Galilea
lo eclipsó. Sin embargo sus respectivas vidas fueron muy similares. Apolonio de
Tiana nació en la actual Turquía, en la Capadocia, en la localidad de Tiana Su
madre lo concibió tras un sueño místico Filostrato se encargó de realizar su
biografía por encargo de la emperatriz Julia Domna en el siglo II.
Apolonio fue discípulo de Pitágoras y comenzó
a promover en su cabeza ideas revolucionarias para la época: caminaba descalzo,
no comía carne, comía sólo verduras, iba siempre vestido con una túnica blanca…
Tras fallecer su padre, cuando tenía veinte
años, heredó su fortuna y Apolonio practicó el ascetismo… Su fama trascendió
por todo el Mediterráneo y comenzó a tener muchos seguidores. Era una persona
singular, viajó a oriente y no pasaba desapercibido, en su viaje a Roma
resucitó a una joven recién fallecida, en Éfeso salvó a la ciudad de una plaga,
en Corinto practicó exorcismos, en Babilonia hizo de vidente para adivinar el
futuro de sus reyes… Estuvo en Egipto, en Etiopía… Conoció a mil y un
personajes pero no se encontró jamás con Jesús de Nazaret.
En Roma fue detenido y acusado de conspiración
contra Domiciano y sacrilegio. Ante el tribunal pronunció estas palabras: “no
puedes detener mi alma, ni siquiera mi cuerpo” y desapareció…Se esfumó.
Apareció en Dicearquia y continuó su vida
milagrosa. Su muerte se produjo en la ciudad de Creta y tras morir fue visto en
otros lugares…
Apolonio
de Tiana
Será posible que en la época de Jesús de
Nazareth, más de uno haya sido señalado por ser “diferente”. Y si se tratara de
diversas versiones de una misma misión.
Fue un hombre famoso en su tiempo en todo
Oriente, promulgó la paz entre los hombres, tuvo un gran número de seguidores,
realizó milagros inexplicables desde la razón, luchó contra los poderosos que
oprimían al pueblo, curó enfermos y devolvió la vida a los muertos. Finalmente,
fue juzgado por un tribunal romano y nada se sabe de su cadáver. El
protagonista de estos hechos podría perfectamente ser Jesucristo, base
fundamental de algunas de las religiones más importantes del planeta.Sin
embargo, la persona que se corresponde a lo anteriormente citado es Apolonio de
Tiana, un misterioso personaje cuya vida es tan apasionante como desconocida es
su figura en la actualidad. Apolonio nació en Tiana el año 4 a.C., en la región
de la Capadocia turca. Su nacimiento es extraño, como el de Jesús. Su madre tuvo
un sueño durante el cual quedó embarazada de él. Fue discípulo de Pitágoras,
era vegetariano, iba siempre descalzo, fue atraído por el ascetismo y durante
15 años no pronunció una sola palabra. Cuando murió su padre donó toda su
herencia, mostrando su rechazo a los bienes materiales. Recorrió buena parte de
oriente y el mediterráneo. En Éfeso acabó con una plaga, en Corinto realizó
exorcismos, más tarde se dice que profetizó el futuro de los emperadores en
Babilonia; y en Roma resucitó a una mujer muerta. Más tarde viajó a Egipto,
Etiopía… siempre rodeado de sus numerosos seguidores. Tuvo una vida muy similar
a la de Jesucristo, como hombre capaz de mover masas que le seguían dirigidas
por su fe en él como salvador. Finalmente en Italia fue detenido acusado de
conspirar contra el emperador Domiciano y de cometer sacrilegio. Le ofrecieron
proclamarse culpable pero no accedió por no creerse culpable de tal delito.
Cuando lo condenaron dijo lo siguiente: ‘no podéis detener a mi alma, ni
siquiera a mi cuerpo’. Y allí mismo, ante el tribunal romano, se desvaneció,
desapareciendo antes los ojos de los aturdidos miembros del tribunal. Después
de la inexplicable huida de Roma, su pista reaparece en Dicearquia y más tarde
en Creta, lugar donde falleció. Tras su muerte se apareció a un joven que
tiempo atrás no creyó en sus palabras sobre la inmortalidad del alma. Nunca se
ha encontrado su cuerpo.
Apolonio
de Tiana
Biografía. Célebre filósofo místico:
N. en Tiana, pequeña aldea de la Capadocia, tres o cuatro años antes de J. C.;
M. en Efeso hacia el año 97, reinando Nerón.
Pretendía descender de los antiguos
fundadores de Tiana y llevado a la edad de catorce años a estudiar con
Eutidemo, profesor de retórica en Tarso, sintió tal disgusto al ver la
relajación de costumbres de aquella ciudad, que consiguió de su padre le
permitiera trasladarse a un pueblo vecino.
A ejemplo de Pitágoras, cuyas
doctrinas había abrazado, sólo se alimentaba de legumbres, se abstenía del vino
y de las mujeres, daba sus bienes a los pobres y vivía en los templos.
Su género de vida y su lenguaje
sentencioso y oscuro, hicieron tal impresión en el vulgo que no tardó en verse
rodeado de numerosos discípulos. Los artesanos abandonaban sus talleres; las
ciudades le enviaban embajadores; los árabes cantaban sus alabanzas y se dice
que se hizo admirar de los brahmanes de la India, de los magos de la Persia y
de los sacerdotes del Egipto. En Hierápolis, ciudad de la Siria situada en el
lugar en que estuvo la antigua Nínive, en Efeso, en Esmirna, en Atenas, en
Corinto y en otras grandes poblaciones de la Grecia, Apolonio apareció como
preceptor del género humano, visitando los templos, corrigiendo las costumbres
y predicando la reforma de todos los abusos.
Quiso ser admitido en los misterios
de Eleusis, pero tratado de mago se le prohibió la entrada en ellos, interdicto
que no se le levantó hasta los últimos días de su vida. En Roma, a donde según
su expresión había ido para ver qué especie de animal era un tirano, condenó el
uso de los baños y hasta se dice que hizo milagros.
Al pasar por delante de él el
féretro que conducía a una doncella perteneciente a una familia consular, se
acercó a ella, pronunció algunas palabras místicas y la doncella, a quien se
creía muerta, se levantó y se fue por su pie a casa de sus padres. Éstos le
ofrecieron una crecida suma, pero él la aceptó sólo para dársela como dote a la
doncella. Un día, la multitud aterrada presenciaba un eclipse de sol acompañado
de una fuerte tormenta.
Apolonio miró al cielo y dijo en
tono profético: «Algo grande sucederá y no sucederá». Tres días después cayó un
rayo en el palacio de Nerón y derribó la copa que el Emperador se llevaba a los
labios. El pueblo creyó ver en aquel incidente el cumplimiento de la profecía
de Apolonio.
Vespasiano, que le había conocido en
Alejandría, le miraba como hombre divino y le pedía consejo, que el filósofo le
daba con la misma libertad que había usado ya en muchas ocasiones. Habiendo
cantado un día Nerón en un teatro en los juegos públicos, Tigelino preguntó a
Apolonio qué pensaba del Emperador: «Le hago mucho más favor que tú, respondió
el filósofo; tú le crees digno de cantar; yo de callarse». El rey de Babilonia
le pedía un medio de reinar con tranquilidad. Apolonio se limitó a contestarle:
«Ten muchos amigos y pocos confidentes».
Sorprendido un esclavo con la
concubina del mismo rey, el príncipe preguntó a Apolonio cómo castigaría al
culpable. «Dejándole la vida», contestó el filósofo. Y como el rey se mostraba
sorprendido, añadió: «Si vive, su amor será el mayor de los suplicios».
En el reinado de Domiciano, Apolonio
fue acusado de magia, encerrado en un calabozo, después de haberle hecho cortar
el pelo y las barbas, y allí cargado de grillos y cadenas. Desterrado después
por el mismo Emperador, murió al poco tiempo, lo cual no fue obstáculo para que
a su muerte se le erigieran estatuas y se le hicieran honores divinos. Efeso,
Rodas y la isla de Creta pretenden poseer su tumba, y Tiana, que le dedicó un
templo, obtuvo en memoria suya el título de ciudad sagrada, lo que le daba el
derecho de elegir magistrados.
Lampridio asegura que el emperador
Alejandro Severo tenía en su oratorio entre los retratos de Cristo, Abraham y
Orfeo, el de Apolonio, y Vopisco (Vida de Aurelio), que hace de él grandes
elogios, dice que debe honrársele como ser superior a la humanidad, y promete,
si el tiempo no le falta, escribir la vida del hombre que hizo cosas que
sobrepujan el límite de las facultades humanas.
Hasta el siglo V, la reputación de
Apolonio se mantuvo viva aun entre los cristianos. Prueba de ello es que León,
ministro del rey de los visigodos, invitó a Sidonio Apolinar, obispo de
Auvernia, a que le tradujera la vida del filósofo escrita por Philostrato. El
obispo escogió el ejemplar más correcto y sobre él hizo su traducción que
remitió al ministro con una carta en que ensalza las virtudes del filósofo;
diciendo que sólo le faltaba para ser perfecto haber sido cristiano.
A lo que parece, a lo que debe su
descrédito es a sus mismos discípulos que, queriendo realzar su mérito, le han
presentado como un impostor atribuyéndole milagros y profecías que le colocan a
la altura de los embaucadores vulgares. La vida que posteriormente escribió
Philostrato está tomada de otra debida a uno de los compañeros de Apolonio,
llamado Damis. De sus escritos auténticos el único que nos queda es la
Apología, conservada por Philostrato (VII, 7).que nos queda es la Apología,
conservada por Filóstrato.
no lo conocia muy interesante
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